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miércoles, 23 de abril de 2008

LOS PRIMEROS POBLADORES DE AMÉRICA




INTRODUCCIÓN AL ORIGEN DE LOS INDÍGENAS AMERICANOS

Cuando los europeos de los siglos XV y XVI desembarcaron en América, encontraron pueblos que tenían una riquísima historia milenaria. Los nativos americanos, con diversos grados de desarrollo cultural, descendían de los verdaderos descubridores de este continente: los cazadores y recolectores nómadas que llegaron hace aproximadamente 20 mil años atrás.

El almirante genovés Cristóbal Colón erróneamente los presentó como “indios” ante la corona española. Al comenzar el siglo XVI, Américo Vespucio informó que estas tierras eran un “Mundus Novus” para los europeos. En 1537 el Papa Paulo III dictaminó solemnemente que los nativos americanos eran seres humanos. En medio del terrible proceso de sometimiento de los pueblos indígenas, diversos personajes, principalmente teólogos del catolicismo, empezaron a especular sobre la procedencia de los primeros habitantes de América. Arias Montano en 1570 creía que América fue poblada por dos tataranietos del legendario personaje bíblico Noe. Gregorio García en 1607 trataba de demostrar que los indígenas americanos tenían su origen en antiguas inmigraciones judías. Otros autores creían que los fenicios hicieron viajes remotos, cruzaron el Océano Atlántico y poblaron América. Se especuló inclusive que fueron pobladores de la mítica Atlántida los que dieron origen a los antiguos habitantes americanos.

El primer estudioso en plantear una hipótesis razonable fue el cronista español José de Acosta. En 1590, en su obra “Historia Natural y Moral de Indias”, Acosta conjeturó que América fue poblada por inmigrantes que llegaron desde Asia aprovechando alguna región donde ambos continentes se acercaban por el norte. Cuando aún no se descubría el estrecho de Bering, el cronista escribió: “Mas al fin, en lo que me resumo es que el continuarse la tierra de Indias con esas otras del mundo, a lo menos estar muy cercanas, ha sido la más principal y más verdadera razón de poblarse las Indias; y tengo para mí que el Nuevo Orbe e indias Occidentales, no ha muchos millares de años que las habitan hombres, y que aquellos aportaron al Nuevo Mundo por haberse perdido de su tierra o por hallarse estrechos y necesitados de buscar nueva tierra, y que halándola, comenzaron poco a poco a poblarla, no teniendo más ley que un poco de luz natural, y cuando mucho algunas costumbres que les quedaron de su patria primera.” ( ACOSTA, Joseph. Historia Natural y Moral de Indias, pag. 63)

Sin embargo, hasta el siglo XIX tenían mucha difusión los planteamientos basados en los escritos bíblicos. Durante el Virreinato del Perú un teólogo erudito llamado Antonio de León Pinelo propuso formalmente que el Edén bíblico o “paraíso terrenal” se ubicó en plena selva peruana y que desde ahí los descendientes de Adán y Eva poblaron el resto del mundo.

Recién con la difusión de la obras del naturalista Charles Darwin, en la segunda mitad del siglo XIX, se dio un nuevo impulso a las investigaciones, esta vez teniendo como base los postulados evolucionistas y los estudios geológicos, paleontológicos y arqueológicos. A fines del siglo XIX se llegó a plantear que América fue la Cuna de la Humanidad, hipótesis desacreditada por los científicos defensores de las teorías inmigracionistas, que sostienen que América fue poblada por oleadas provenientes de otras regiones del planeta.

LAS TEORÍAS DEL POBLAMIENTO DE AMÉRICA

En 1884 el paleontólogo argentino Florentino Ameghino sorprendió a la comunidad científica de la época al anunciar que había descubierto en las Pampas Argentinas, restos óseos de remotos antepasados de la especie humana. Su planteamiento autoctonista fue finalmente desechado, después de candentes polémicas, en base a nuevas y rigurosas investigaciones.


Sabemos ahora que son las teorías inmigracionistas las que nos acercan a la verdadera historia del poblamiento inicial de este continente. Los más renombrados estudiosos del tema durante el siglo pasado fueron: el checo-estadounidense Alex Hrdlicka, el francés Paul Rivet y el portugués Mendes Correa. Estos científicos son verdaderos clásicos de la antropología americana que, sin embargo, discreparon en varios aspectos de los orígenes del hombre americano

AMEGHINO Y LA TEORÍA AUTOCTONISTA



A fines del siglo XIX Florentino Ameghino realizó importantes aportes en los campos de la paleontología y la geología de su país. También planteó una hipótesis sobre el origen del hombre americano y del mundo en general. Para él, los humanos habrían evolucionado en las Pampas argentinas, y desde este lugar habría migrado al resto del planeta. Este postulado sobre la hominización causó gran revuelo, cuando fue presentado en 1879 en el primer Congreso Internacional de Americanistas, realizado en París.

Ameghino planteaba que la cuna de la humanidad fue la Pampa argentina, en la era terciaria. La genealogía se originaba con un grupo de mamíferos planoangulados del periodo mioceno, que al desplazarse hambrientos por las llanuras, se vieron forzados a erguirse sobre sus extremidades posteriores para así explorar mejor el horizonte y ubicar sus alimentos, deviniendo en evolución lineal hasta llegar al Homo Pampeanus. Algunos estadios intermedios en su cuadro filogenético eran: el Tetraprotohomo, el Triprotohomo, y el Diprotohomo, hasta llegar al Homo pampeanus. Estos géneros se habrían difundido en primera instancia hacia Norteamérica y luego al Viejo Mundo en varias oleadas migratorias, cruzando supuestos “puentes intercontinentales” a fines de la era terciaria.


Ubicación de la Pampa argentina


En 1908 el antropólogo checo-norteamericano Alex Hrdlicka rebatió contundentemente esta teoría autoctonista, rechazándola en base a nuevas evidencias. Fue Hrdlicka quien demostró:

a) que los estratos geológicos donde encontró los restos óseos, no eran de la era terciaria; sino de la cuaternaria.

b) que a fines del terciario no existían “puentes intercontinentales” que unieran América con el Viejo Mundo. que aquellos restos fósiles eran de monos americanos y felinos mezclados con huesos de humanos recientes.

c) que aquellos restos fósiles eran de monos americanos y felinos mezclados con huesos de humanos recientes.


ALEX HRDLICKA Y LA TEORÍA ASIÁTICA

El primero en sospechar el origen asiático del hombre Americano, como ya mencionamos, fue el jesuita español Joseph de Acosta a fines del siglo XVI. Este erudito enarboló a favor de su tesis casi los mismos argumentos que tres siglos después esgrimiría el checo-norteamericano Alex Hrdlicka, quien ha pasado a ser considerado como el máximo defensor de esta teoría. Según Hrdlicka, los primeros pobladores de América habrían sido los cazadores paleomongoloides asiáticos que ingresaron por el Estrecho de Bering, a fines de la glaciación de Winsconsin, del periodo Plesitoceno, la Era del Hielo. Las oleadas migratorias habrían ingresado por el valle de Yucón de Alaska, en Norteamérica, para después dispersarse por el resto del continente.


El actual estrecho de Bering lo forman las aguas que cubren la plataforma continental que une a la península siberiana de Chukotsky con la península de Seward en Alaska. Esta plataforma, hoy sumergida, de una profundidad media de sólo 40 metros, constituyó una gran masa de tierra continua entre ambos continentes. Los estudiosos la conocen como Istmo de Beringia. Éste quedó al descubierto por el fenómeno de la “eustacia glacial”, que ocasionó el descenso del nivel del mar en 100 metros, durante la Glaciación de Wisconsin (o Wurm)del periodo Pleistoceno. Cierto es que la distancia entre el continente euroasiático y América es de unos 90 kilómetros, encontrándose en el medio las islas Diómedes y un poco más al sur el archipiélago de las islas Aleutianas, lo cual, perfectamente, pudo hacer más fácil el paso de una a otra masa continental durante el Pleistoceno Tardío y el Paleolítico Superior.

Siberia (en Asia), estrecho de Bering y Alaska (en América del Norte)

Los seguidores de esta teoría plantean que no sólo habrían avanzando hacia nuestro continente valiéndose del estrecho de Bering, sino a través de otras rutas menores, como las islas Aleutianas y la corriente marina del Kuro Shiwo.

La teoría inmigracionista asiática se apoya básicamente en semejanzas antroposomáticas entre el hombre asiático y los amerindios : cabellos lacios y oscuros, ojos con pliegue mongólico, pómulos anchos y salientes, dientes en forma de pala, rareza de pilosidad en la cara. También señaló la famosa “mancha mongólica”, una pigmentación verdosa congénita que tienen los asiáticos e indígenas americanos al nacer y que desaparece con el paso de los años. Hrdlicka era partidario del origen monoracial del poblamiento de América. Según él, entre los indios de América (mayas, quechuas o patagones) hay un conjunto de caracteres comunes que sugieren un origen común general. Este “aire de familia” se debería a que todos descienden de un tronco común: el asiático mongoloide.


Niño y mujer de raza asiática.

A favor de su tesis monoracial, Hrdlicka sostuvo también que todas las lenguas indígenas, como las asiáticas, eran polisintéticas y aglutinantes. Polisintéticas porque sus palabras están compuestas por muchos morfemas y aglutinantes porque sus palabras se forman al añadir varios prefijos y sufijos.

Es importante recordar que Hrdlicka era firme partidario de un poblamiento reciente, para él las primeras bandas llegaron recién a fines del Cuaternario (12 000 años a.C. aproximadamente) .

Si bien es cierto que la ruta de inmigración asiática es ampliamente aceptada por la comunidad científica internacional, Hrdlicka tuvo y tiene detractores. El punto más atacado es su tesis monoracial. Sus críticos (Paul Rivet y Mendes Correa, por ejemplo) consideran que, aparte de los mongoloides, también llegaron otros grupos migratorios paleolíticos, como melanésicos y australianos; es decir sostienen una tesis poliracial.

El portugués Mendes Correa explica: “La lista de los caracteres que, en opinión de Alex Hrdlicka, permiten la definición de un tipo general americano, no tiene el alcance que pudiera atribuírsele a primera vista. Se encuentran en ella muchos caracteres que no son comunes a todas las tribus de indios, sino apenas más o menos frecuentes entre ellos. Un gran número de estos caracteres aparecen en otros grupos étnicos y no poseen ningún valor específico diferencial desde el punto de vista etnológico. Es preciso también poner en evidencia que Hrdlicka señala entre los americanos que algunos caracteres importantes presentan una amplia variabilidad, lo cual habla a favor de una heterogeneidad antropológica. No se trata de variaciones individuales de un tipo, sino de diferencias diferencias importantes de medidas, de diferencias de tipos. El antropólogo americano dice por ejemplo, que el color de piel entre los indios varía de amarillo oscuro o moreno amarillento hasta el tono chocolate, pero dice que el color fundamental...es moreno amarillento. Es preciso ver en esta síntesis, en esta expresión ‘color fundamental’, no tanto la unidad real del color en América como un esfuerzo artificial para reunir tipos cromáticos diferentes. Hay en realidad pueblos que tienen uniformemente la piel de un color amarillo pálido y otros de un color casi negro.” (MENDES Correa. Nouvelle hypothèse sur le peuplement primitif de l’Amérique du Sud. Citado por Paul Rívet en : Los orígenes del hombre americano, pp. 74 y 75)


Indígena de Norteamérica


El antropólogo y lingüista Franz Boas demostró que no todas las lenguas americanas son polisintéticas y aglutinantes y que no existe un carácter común entre ellas. Y según el antropólogo Paul Rivet el estudio de los grupos sanguíneos no aporta tampoco un argumento a favor del exclusivo origen asiático de los indios americanos. Al respecto escribió: “ Estos (los ameriindios) se caracterizan, en conjunto, por una fuerte proporción del grupo O. En los pueblos asiáticos prevalecen el grupo B o el grupo A, mientras que el porcentaje del grupo O es siempre débil.” ( RIVET, Paul. Los orígenes del hombre americano, pp.79-84)


Sobre la antigüedad de las primeras oleadas migratorias, en las últimas décadas se han incrementado las evidencias de una presencia humana más remota en nuestro continente. La antigüedad de 12 000 años a.C. que planteaba Hardlicka, ha sido ampliamente superada por los nuevos hallazgos que explicaremos más adelante.


LA TEORÍA OCEÁNICA DE PAUL RIVET

Otra de las teorías clásicas es la de Paul Rivet, para quien la población indígena americana es el resultado de cierto número de migraciones, unas por el estrecho de Bering y otras a través del Océano Pacífico.

Rivet tomó como base para su teoría, datos de múltiples evidencias como: rasgos biofísicos (estatura, color de piel, etc.), datos culturales y lingüísticos, tanto de los asiáticos, como de los americanos y oceánicos, con el objetivo de encontrar correspondencias que le permitieran reconstruir las posibles rutas migratorias que habrían seguido los primeros hombres americanos.

Refutó la tesis monoracial de Hrdlicka, postulando varias corrientes migratorias aparte de la asiática-mongoloide. Sostiene que también poblaron América los melanésicos y polinésicos a través de rutas transpacíficas, inclusive reconoce una inmigración australiana. Por ello la teoría de Paul Rivet es llamada “`poliracial”.


La teoría melanésica


La Melanesia es una región insular de Oceanía conformada por islas como Nueva Guinea, Nueva Caledonia, Nuevas Hébridas y Fiji. Sus habitantes son de raza negra y tienen fama de ser buenos navegantes. Según Rivet, a comienzos del Holoceno, los melanésicos cruzaron el Océano Pacífico en canoas llamadas piraguas de balancín y ayudados por las corrientes marinas habrían llegado por Centroamérica, para luego dispersarse a otras regiones del continente americano. Sus principales argumentos son:

1. Antropológicos: semejanza ósea y sanguínea entre los melanesios y los hombres de Lagoa-Santa, antiguos cazadores que habitaron Brasil unos 6000 a.n.e.
2. Etnográficos: costumbres y rituales comunes entre tribus melanésicas amazónicas. Por ejemplo, la cacería de cabezas trofeo y la mutilación de falanges en señal de duelo.
3. Culturales: uso de hamacas, mosquiteros, porras estrelladas, tambores de madera, puentes colgantes, etc.
4. Lingüísticos: semejanza entre vocablos melanésicos con la de los indios Hoka de Norteamérica.

La teoría polinésica Habitantes de los archipiélagos polinésicos , los maorís, habrían cruzado el Pacífico aprovechando sus excelentes técnicas de navegación, para llegar por las costas occidentales de Sudamérica. Aunque estos viajes habrían sido muy recientes –desde el primer milenio de la era cristiana- dejaron importantes huellas de su presencia en las culturas de este continente. Rivet sustentó la llegada de los polinésicos al descubrir una serie de semejanzas con las culturas andinas:Semejanzas lingüísticas: palabras maorís semejantes al quechua de Perú: kumara (camote), uno (agua), pucara (fortaleza), etc.
Semejanzas culturales: uso común de la pachamanca, la taqlla o palo cavador, cultivos, dioses y leyendas.

Paisaje polinésico

Es importante recalcar que la semejanza cultural entre la cultura andina y polinésica es incuestionable; sin embargo, algunos estudiosos consideran que éstas se deben, principalmente, a viajes realizados por navegantes peruanos en la época pre-hispánica. En 1947 el explorador noruego Thor Heyerdal, para demostrarlo, realizó un viaje en la balsa Kon Tiki, partiendo del Callao con rumbo a la Oceanía. Llegó después de tres meses de navegación a su destino, en el archipiélago de Tuamotú.

Después de su famoso viaje Thor Heyerdal publicó el libro Kon-Tiki, donde escribió: “Mi teoría de la migración, como tal, no quedaba necesariamente probada con el éxito alcanzado por la expedición Kon-Tiki. Lo que sí probamos es que las embarcaciones de balsa sudamericanas poseen cualidades desconocidas hasta hoy para los hombres de ciencia de nuestros tiempos, y que las islas del Pacífico están situadas muy al alcance de las embarcaciones prehistóricas del Perú. Los pueblos primitivos eran capaces de hacer viajes inmensos por el mar abierto. Las distancias no son el factor determinante en el caso de las migraciones oceánicas, si el tiempo y las corrientes tienen el mismo curso general día y noche durante todo el año. Los vientos alisios y la corriente ecuatorial van hacia el occidente debido a la rotación de la Tierra, y ésta no ha cambiado nunca desde que existe al mundo.” (HEYERDAL, Thor. Kon-Tiki, pag. 307)


MÉNDEZ CORREA Y LA TEORÍA AUSTRALIANA

El portugués Mendes Correa fue el principal defensor de una inmigración australiana, a través de la Antártida. Según el antropólogo lusitano, los australianos utilizaron sencillas balsas para llegar a Tasmania, las islas Auckland y la Antártida. Este gélido continente pudo ser atravesado cuando gozaba de un “óptimun climáticus” (periodo de clima óptimo), unos 5 000 años a.C., durante el Holoceno. Después de varios siglos de recorrido por las costas antárticas, arribaron al Cabo de Hornos en la Tierra del Fuego y, más tarde, poblaron la Patagonia.

El antropólogo Paul Rivet en apoyo de esta teoría escribió: “ Esta hipótesis no es nada inverosímil. Sabemos que ha habido en el continente antártico períodos de extensión glaciar mayor que en nuestros días. Existieron pues períodos glaciares e interglaciares, como en el hemisferio norte, y no es imposible que, después del último máximo de extensión, se produjera un período de regresión glaciar, correspondiente al óptimo post-glaciar, como en Europa y en América del Norte. Esta regresión podría haber dejado una faja libre de hielos en la costa antártica, análoga a la existente en Groenlandia, permitiendo así establecimientos humanos. Por analogía con lo conocido en el hemisferio norte, se podría situar esa sazón hacia unos 6000 años antes de nuestros días.” (RIVET, Paul. Los orígenes del hombre americano, p.107)

El antropólogo portugués estudió en la década de 1920, a los nativos de la Patagonia y la Tierra del Fuego (Onas, Kon, Tehuelches, Alakalufes y Yagán) encontrando similitudes físicas, linguísticas y etnográficas con los aborígenes australianos. Entre las semejanzas podemos mencionar el grupo sanguíneo, las formas craneales, la resistencia al frío, palabras comunes, uso de mantos de piel, chozas en forma de colmena y el uso del boomerang. También merece mención el zumbador o churinga, un instrumento musical de uso ritual con modelos muy idénticos en ambas regiones.

Una variante de la teoría de procedencia australiana fue presentada por George Montandon, quien sugiere una migración malayo­polinesica con esclavos australoides, los cuales se instalaron en la Isla de Pascua, siendo utilizados en las construcciones de los colosos llamados “moais”. Los polinesios como buenos navegantes habrían llevado a los australianos a la Isla de Pascua y luego hasta las costas americanas en busca de materiales para sus construcciones. En los viajes a tierra firme los esclavos australianos habrían escapado de sus amos. De esta manera tenemos a los australianos en América. Esta tesis es ratificada en parte por la cronología hallada en la Isla de Pascua.

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